Mini historias de elevador

Diariamente convivo con al menos diez personas desconocidas en un espacio reducido de aproximadamente tres por tres metros, me refiero al elevador, quiero pensar que al menos tiene esas dimensiones. Por un período de menos de un minuto he visto personas de diferentes lugares del mundo, he escuchado los planes de jóvenes para salir a divertirse, me he encontrado con antiguos compañeros de universidad, algunos que si nos hablábamos aunque sea poco, y ahora aunque no recuerdo nombres, el típico diálogo la primera vez que nos encontramos es:

- ¿trabajas aquí?
- Si, ¿y tu?
- También, no te había visto antes, en ¿qué nivel estás?
- X, ¿y tu?
- Y. Gusto de saludarte, ¡Feliz día!
- Gracias, igualmente.

Algunos otros que por no haber sido de la misma promoción talvez no me recuerdan, y lo divertido es que he escuchado como hablan de otros compañeros con quienes si estudie; también he visto a catedráticos de la universidad, y para mi sorpresa aún se recuerdan de mi, y me saludan muy cordialmente.

Muchas personas entran y saludan, otras entran y solo presionan el número del nivel de su destino, usualmente todos los que saludan al entrar, también lo hacen al salir. Como yo voy usualmente de extremo a extremo, escucho muchos tipos de saludos, desde un simple “Buen día”, hasta alguien que se despide con una sonrisa y diciendo “¡Que tenga un lindo día!”

Debo confesar que hasta antes de trabajar en este edificio, no observaba tanto a todas las personas que subian a un elevador. Ahora trato de ser de las que saludan al entrar o salir del elevador.

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