Mascotas...


Personalmente nunca he tenido una mascota, de pequeña porque no había espacio ni condicionies para tenerla, y ahora de grande, ealmente no tengo el tiempo para poder dedicarme a ella; pero he estado cerca de algunas muy cariñosas, contar todas las historias sería algo poco interesante para algunos porque es difícil transmitir emociones; por eso he decidido contarles solo acerca de Romel.



Él es Romel, que hasta el día de hoy fue mascota de mi hermana pequeña, no es que haya muerto, pero ha cambiado de hogar. Desde hace algunos meses mi hermana me manifestó la idea de regalarlo, pero había que encontrarle un hogar que lo quisiera, lo cuidara y le pudieran dedicar tiempo y yo realmente pensé que no llegaría ese momento, y lo mas curioso es que fue por información que yo dí que ahora tiene un nuevo hogar. Llegó de 3 meses a su casa, era una bolita de pelo prácticamente, recuerdo que para su primer navidad el ruido de los cuetes lo ponía muy nervioso, siendo muy cachorrito todavía, una día decidí sacarlo a caminar, y como realmente era un perro pequeño, pues decidí que podía trotar al lado de él, de mas está decirles que si hubiera sido un perro de mayor tamaño, literalmente me hubiera llevado arrastrada, pero afortunadamente lo logré controlar, por supuesto que los dos llegamos a casa con la lengua de corbata luego de mi intento fallido de salir a correr con él.

Es increíble como ha crecido, durante muchos años estuve cerca de él, lo he alimentado, he jugado con él, sé que me reconoce y sabe que le tengo un afecto especial, porque cuando estoy cerca rápido baja la cabeza para que lo acaricie. La verdad que las mascotas son seres que pueden brindarnos tanto cariño, de manera desinteresada.

Aunque ya no creo que vaya a ver a Romel, sé que en su nuevo hogar lo van a tratar muy bien, va a estar mas atendido, y probablemente van a jugar mas con él. Eso me tranquiliza, pero igual desde ayer que ya sabía que se iba, me dio algo como nostalgia. La verdad nunca he tenido mascotas propias, pero si voy a extrañar que al llegar a casa de mi hermana, inclusive antes de acercarme a tocar la puerta, el ya estaba ladrando para saludarme.


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