El domingo mientras andaba caminando por las canchas de fut de la colonia, coincidí con una abuelita que estaba sentada en las gradas con sus tres nietos, el mayor un niño de tal vez unos nueve años, una niña de unos seis años y el niño menor aproximadamente de cuatro años. El niño mayor jugaba con una pelota de fut en el mismo lugar donde estaba sentada la abuelita con los otros dos niños; de pronto empezaron a jugar los dos niños mayores y la abuelita, turnándose cada vez quien estaba en la portería, y me llamaba la atención como la abuelita trataba de parar los goles que los niños intentaban meter, y así al meter un gol se iban turnando la posición del portero, llego el turno en que la abuelita le tocaba patear la pelota, y logró meter un gol, todos celebraron el gol de la abuelita, la siguiente vez que a la abuelita le tocó estar en la portería, se movió rápidamente hacia la dirección donde iba a entrar la pelota y paro un gol del niño, todos quedaron sorprendidos y el niño le dice muy sorprendido “pushis abuelita la paraste”, y riéndose la abuelita contesto “ni yo sé cómo, pero si la paré”.
Estas escenas me hicieron recordar a mi abuelita, recuerdo que cuando yo era pequeña ella era imparable, no jugó fut con nosotros, tuvo un problema en la cadera y desde que recuerdo siempre utilizó una muleta que le ayudaba a caminar, pero le gustaba “caminar los mundos”, así decía ella, y compartimos mucho con ella. De repente se iba a visitar a sus familiares a Jutiapa o a sus amigos al puerto. Vivió con nosotros mucho tiempo, hasta el día de su muerte; y recuerdo que una vez a las cinco de mañana se levantó y se alistó para salir, y le dijo a mi mamá, “levantá a las patojas y nos vamos a visitar a la nía Fulanita (no recuerdo el nombre), pero ella quería que nos fuéramos al puerto en ese momento, mi mamá le dijo que no, que teníamos que avisarle a las personas que íbamos a llegar, que como íbamos a agarrar camino solo así, pero ella si se iba; con sus ochentitantos años se iba caminar los mundos.
Recuerdo que me ponía a bordar, a tejer; ella hacía sombrillas, así que nos ponía a ordenar sus varitas, y sus retacitos de tela, también tenía que leerle en voz alta, decía que tenía que mejorar mi lectura, hacer las pausas correctas en las comas, en el punto y coma, etc. Ella había sido maestra en el siglo pasado, y era estricta, hoy se lo agradezco mucho, ya que aparte de ayudarme en el área académica, me dio la oportunidad de compartir con ella y tener todos estos bonitos recuerdos de ella.
Espero que si tengo la oportunidad de llegar a esa edad, tenga la vitalidad y energía que tenía mi abuelita, o la disposición de la abuelita que juega fut con sus nietos; y que los hijos de mis sobrinas puedan decir que van a ir a “jugar fut con su tía-abuela” , o que comenten después de lo momentos agradables que compartieron con su tía-abuela Ceci. :)
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